¿Quién es Rubén Sánchez?
Soy Rubén Sánchez, tengo 33 años y soy de Gondomar, de una aldea tranquila. Empecé a trabajar aquí con solo 16 años, y ya van más de 17. Desde entonces, esta empresa ha sido mi casa profesional.
Trabajo en montaje, ajuste y calderería. Me gusta mi trabajo, me gusta ver cómo las cosas toman forma y saber que lo que sale de mis manos, funciona.
Fuera del taller, soy una persona sencilla. Me relaja montar a caballo, la pesca, disfrutar de la naturaleza. Eso me equilibra.
¿Qué pensaste cuando supiste que ahora seríamos Ganain?
Me sorprendió, la verdad. No me imaginaba que se llegaría a unificar todo bajo un solo nombre. Pero no lo viví como una pérdida, sino como una evolución.
Ahora somos una única marca, más fuerte, más reconocible para los clientes. No es solo cuestión de nombre, es una forma de trabajar juntos, de sumar esfuerzos. No estuve presente en el evento Juntos como Ganain, pero sé que fue un momento clave para visualizar hacia dónde va la empresa. La unión de todas las áreas bajo una misma identidad nos hace más fuertes.
¿Cómo recuerdas tus inicios en la empresa?
Muy diferentes. Antes éramos menos, todo era más cercano, más familiar. Uno empezaba una pieza y la terminaba. Hoy, con los tres turnos, eso ha cambiado. Pero también hemos ganado en dimensión, en capacidad, en ambición.
¿Cómo crees que afectará este cambio a tu día a día?
En lo práctico, poco. Seguiré haciendo lo que hago y lo que me gusta. Pero lo que sí cambia es el entorno, el rumbo de la empresa. Que una compañía apueste por nuevas instalaciones y por crecer, es una señal muy positiva.
¿Qué le dirías a tus compañeros en esta nueva etapa?
Que se lo tomen con tranquilidad. Que vayan adaptándose poco a poco y que no pierdan de vista que el futuro lo construimos entre todos. Cada uno, desde su lugar, hace que esto funcione.
¿Cómo ves al equipo? How do you see the team?
Veo ganas, ilusión. El hecho de que se estén planteando nuevas naves, nuevos proyectos… eso genera movimiento, y ese movimiento da confianza. A mí me motiva.
¿Hay algún proyecto que recuerdes con especial cariño?
Sí, muchos. Pero uno que me marcó fue un gran proyecto de carreteles para barcos. Era complejo, incluso vino gente de Canadá a formarnos. Al principio parecía imposible. Pero lo hicimos. Y eso te deja huella.
¿Qué opinas de las iniciativas internas que se están impulsando?
Me parecen muy buenas. Ayudan a conocernos más allá del taller, a recuperar ese espíritu de equipo. Aunque en ocasiones no pueda participar, como ocurrió con el evento Juntos como Ganain, valoro mucho que se lleven a cabo. Es importante sentir que todos contamos.
¿Qué esperas del futuro de Ganain?
Que sigamos creciendo, pero que no perdamos lo que nos hace únicos: la cercanía, la posibilidad de aprender, de avanzar. Yo soy fruto de esa oportunidad. Y me gustaría que más personas pudieran vivir lo mismo.
Tu padre también trabajó en Ganain. ¿Qué ha significado para ti seguir sus pasos dentro de la empresa?
Una gran satisfacción. Poder trabajar en el mismo sitio que mi padre me dio siempre un sentido especial de pertenencia. Pero también sentí una responsabilidad mayor, un compromiso interno de no fallar, por ser hijo de alguien que ya había dejado su huella aquí.
¿Qué valores o enseñanzas te transmitió sobre este oficio y sobre Ganain?
Me enseñó a valorar las cosas importantes. Me inculcó que, más allá del día a día, lo que marca la diferencia son los valores: ser persona, ser humilde, agradecer lo que tienes y saber corresponder. Esa forma de entender el trabajo me ha acompañado todos estos años.
Historias como la de Rubén reflejan el alma de Ganain: personas comprometidas con la excelencia, desde la base del taller hasta la visión de futuro. Hoy, más que nunca, avanzamos como una sola marca, un solo equipo, una sola fuerza: Ganain.